Como su nombre de pila índica, el líder-osezno de UGT se fía de todo. Lo último que hizo fue “poner la mano en el fuego” por la honestidad de sus compadres de Andalucía. Los mismos que dejaron sus dedos marcados con grasa de gamba en los maletines de imitación pagados con facturas falsas. Huele a quemado hasta aquí, señor Méndez. Porque lo de cándido ya no cuela.