A quienes no distinguen entre humor y horror aquel número de Charlie Hebdo les explotó entre las manos.
Iba muy cargado y los daños resultaron terribles. Una auténtica masacre.
El líder carismático recibió el impacto directo de una descarga de carcajadas en pleno pecho de la que jamás volvería a recuperarse completamente. Las caricaturas-trampa originaron una escabechina entre las filas. La columna satírica de opinión causó terribles heridas en la moral de los más fieles. Solo una brigada de monologuistas hubiera incrementado el número de bajas.
Tanta ironía, tanto chiste por doquier, viñetas apiladas como minas antipersona en su contenedor, tanto juego de palabras, les resultaba letal.
Una sola sonrisa, un solo chispazo de ingenio, de duda, de irreverencia, causaría más bajas que un comando de marines en la noche.
Por eso, soportarían drones, misiles, fuego de mortero, los daños de la artillería… Pero la risa, no. Había que pagar a los humoristas con su propia moneda.
Todo esto pensaron quienes no distinguen entre humor y horror. Esos disléxicos de la moral, daltónicos del alma. Son los mismos desde que el ser humano pintó el primer garabato en una cueva. Cambian de nombre, de pretexto, de excusa, de armas. Pero nada más.
Y siguen temiendo y odiando los estragos que entre ellos causa la risa.
Por eso, sigamos lanzando chistes. Ni una viñeta atrás.
Dicen que una imagen vale más que 1000 palabras, y vosotros lo demostraís cada día mejor que nadie. Pero en este caso, de lo que habeís escrito no sobra ni una coma. #todossomoscharliehebdo
Un saludo!