Pablo Berasaluze anunció esta semana que colgará el garriko en octubre. Con él se irá el delantero menudo, nervioso y sobrado de talento que mantuvo alto el pendón de la pelota en Bizkaia durante un tránsito por el desierto. Antes hubo otros y ahora llegaron más. Pero en el tiempo de de Pablo, solo Pablo.
Pablo rematando de aire. Pablo volando por la contracancha. Pablo jurando en hebreo con los puños cerrados y la mirada en el cielo del frontón. Pablo celebrando un tanto.
Le llaman Pablito por su estatura. Si fuera por su juego y su carácter le llamarían Don Pablo. O Pablo El Grande. Grande en la cancha, grande para superar duras lesiones, grande para restar las voleas de la vida.
Larga vida y gracias por el baile, Don Pablo.