Algunos aborrecemos el Miércoles de Ceniza

Algunos aborrecemos el Miércoles de Ceniza

Montoro ve síntomas de salvación económica por todas partes

Montoro ve síntomas de salvación económica por todas partes

Urdangarin y Cristina lograr vender el palacete de Pedralbes, bajo embargo judicial

Urdangarin y Cristina venden el palacete de Pedralbes, bajo embargo judicial

Miguel Angel Buonarroti podría pintar un gran mural con los implicados en el Caso Bárcenas

Miguel Angel Buonarroti podría hacer un gran mural con los implicados en el Caso Bárcenas

Los votantes le hacen «el griego» a la Troika, según Lagarde

Los votantes le hacen "el griego" a la Troika, según Lagarde

¡Vamos a por la cuesta de enero!

¡Vamos a por la cuesta de enero!

A quienes no distinguen entre humor y horror

Humor y horror, Charlie Hebdo.

A quienes no distinguen entre humor y horror aquel número de Charlie Hebdo les explotó entre las manos.

Iba muy cargado y los daños resultaron terribles. Una auténtica masacre.

El líder carismático recibió el impacto directo de una descarga de carcajadas en pleno pecho de la que jamás volvería a recuperarse completamente. Las caricaturas-trampa originaron una escabechina entre las filas. La columna satírica de opinión causó terribles heridas en la moral de los más fieles. Solo una brigada de monologuistas hubiera incrementado el número de bajas.

Tanta ironía, tanto chiste por doquier, viñetas apiladas como minas antipersona en su contenedor, tanto juego de palabras, les resultaba letal.

Una sola sonrisa, un solo chispazo de ingenio, de duda, de irreverencia, causaría más bajas que un comando de marines en la noche.

Por eso, soportarían drones, misiles, fuego de mortero, los daños de la artillería… Pero la risa, no. Había que pagar a los humoristas con su propia moneda.

Todo esto pensaron quienes no distinguen entre humor y horror. Esos disléxicos de la moral, daltónicos del alma. Son los mismos desde que el ser humano pintó el primer garabato en una cueva. Cambian de nombre, de pretexto, de excusa, de armas. Pero nada más.

Y siguen temiendo y odiando los estragos que entre ellos causa la risa.

Por eso, sigamos lanzando chistes. Ni una viñeta atrás.