El candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos era la gran esperanza blanca. Los sondeos le situaban empatado con Barak Obama. Luego, perdió por dos millones de votos. Para él, el ciclón fueron las urnas y no Sandy. Le ahogó un chaparrón de papeletas de mujeres, latinos y minorías. Su eslogan debió ser “Yes, we crash”. Se lo llevará el viento.
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