Al torero le han devuelto a corrales porque no han podido demostrar que llevaba una estocada en todo lo alto cuando embistió como un Miura a otro conductor al que dejó en el sitio. Por eso no temerá que le pidan las orejas y el rabo en el presidio. Se ha librado con una voltereta tras la que su cuadrilla de abogados salió al quite. Pero vestirá para siempre un traje de sombras.